¿Debería tu hijo tener un gato?
Hace poco me tropecé en un blog de maternidad con un artículo muy corto e interesante sobre los niños y los gatos y, días mas tarde, di en adopción un pequeño gatito y la situación terminó siendo más dramática de lo que debería. Recordando lo leído en ese sitio y mi propia experiencia quise escribir este artículo para ayudarte a responder si tu hijo podría tener un gato.
¿De qué va la historia? Pues resulta que encontré un pequeño minino atrapado en un árbol y claramente abandonado. Después de rescatarlo y darle de comer y beber, empecé a buscarle un hogar. Una conocida decidió adoptarlo para su hijo, pero luego el estrés y la ansiedad la consumían al pensar en las posibles alergias y enfermedades que podría contraer su retoño al jugar con el gato.
¿Debería tu hijo tener un gato?
Quiero recordar, primero que nada, que mis artículos de paternidad hablan desde mi experiencia como padre y lo que me han dicho algunos expertos, pero no está de más hablar con tu médico. En cualquier caso, lo que he aprendido es que para tu bebé es completamente seguro tener un gato siempre que se tengan los cuidados necesarios.
El gato no sólo puede ser un compañero entretenido y fácil de cuidar, sino que puede servir para enseñar al pequeño sobre la responsabilidad de cuidar de una mascota, lo que también le enseñará otras valiosas lecciones.
Sin embargo, el mayor temor que las personas tienen de que un gato conviva con un bebé es la famosa toxoplasmosis, una enfermedad causada por un parásito que vive en los gatos pero que también nos puede afectar a nosotros.
Aunque la mayoría de las veces la enfermedad es asintomática y puede ser controlada por nuestro sistema inmune con la ayuda de medicamentos, en algunos casos específicos puede complicarse dramáticamente, lo que ha hecho que muchos padres se deshagan con temor de sus gatos cuando el bebé viene en camino.
Pero la verdad es que, como bien describe el blog de maternidad del que te hablé al principio, la toxoplasmosis es en realidad muy fácil de evitar con algunos hábitos de higiene muy básicos:
- Reservar al gato su propio espacio para hacer popó y poner ahí su caja de arena
- Limpiar la caja de arena frecuentemente
- Cambiar la arena cuando esté muy sucia
- Vacunar y desparasitar al gatito
- Enseñar al peque a no jugar con las heces del minino
La verdad es que la toxoplasmosis sólo se contagia si el niño entra en contacto directo con el popó de un gato enfermo, lo que podemos evitar simplemente estando atentos. Además, vacunar y desparasitar a tu gatito ya erradica definitivamente ese riesgo.
¿Y las alergias?
Otro gran temor es que el pequeño termine siendo alérgico al animalito, algo que es dos veces más probable que las alergias a los perros pero sigue siendo raro, según la Revista Smithsoniana, esta alergia sólo afecta al 10% de la población humana.
Esto sí que es más difícil de solucionar: si tu peque estornuda con frecuencia, moquea mucho, le pican los ojos y desarrollan algún tipo de conjuntivitis durante su convivencia con un felino, puede que éste sea alérgico a la proteína Fel D1, que es precisamente la que el gato produce en su saliva, orina y en su propia piel.
En ese caso, la solución también pasa por desarrollar algunos hábitos de higiene que protejan al pequeño:
- Bañar y cepillar al gatito con frecuencia
- Evitar que entre al cuarto del bebé
- Lavar las manos del peque si jugó con el gatito
- Comprar a tu misu una loción hipoalergénica que se aplica sobre su piel
- Mantener la casa tan limpia de pelo como sea posible
En el peor de los casos, la solución sería dar en adopción al felino, pero realmente es una medida drástica que puede no ser necesaria.
En lo personal
Mi experiencia personal ha sido muy buena, mi pequeño de 4 años se la pasa jugando con los gatos de la casa y cualquier otro que se atraviesa y no ha tenido ningún problema. Pero desde pequeños los gatos han tenido claro cuál es su baño y mi hijo dónde y con qué no debe jugar.
Además, el mismo ha aprendido a lavarse sus manos después de jugar con tierra o con los animales, y vaya que es meticuloso con eso.
Por cierto, la madre de la que te hablé pudo, precisamente, desparacitar y vacunar a su gato y ahora ella está más tranquila y su hijo anda súper feliz, y saludable.
Así que, por mi parte, que el niño tenga un gato puede ser una experiencia divertida, gratificante y, si se mira desde el punto de vista correcto, educativa. ¡Anímate! Regálale uno.
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Esposo y padre venezolano. Comunicador, informático y creador de contenidos. Soy un entusiasta apasionado de los electrónicos de consumo y los videojuegos y tengo más de 10 años prestando servicio técnico informático a personas y negocios y ayudándoles a sacar el máximo provecho a sus equipos Windows y Android.
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